Extraterrestres extravagantes

Quiero hablar en este artículo de aquellos extraterrestres de la ciencia ficción que destacan por su originalidad, dentro de una cierta plausibilidad física. La primera fuente que se me viene a la cabeza es la saga de los Xeelee, de Stephen Baxter. Esta es una saga que yo quería que me gustara, y en una parte importante ha sido así, aunque algunos títulos me han defraudado. No la he leído entera (es inmensa), pero puedo decir que disfruté con Timelike Infinity y Ring, me pareció flojillo Raft y no pude terminar Flux. Ahora estoy con Vacuum Diagrams, una colección de relatos, que conforma el quinto título de la saga de un total de diecisiete (!) en el momento de escribir esto.

La saga de los Xeelee cuenta la historia del universo, en la que hay una especie que domina claramente el cotarro, los enigmáticos Xeelee, hiperavanzados. Esta especie intenta frenar a los pájaros fotino, una forma de vida constituida por… ¡materia oscura! (El fotino es una hipotética partícula de la teoría física de la supersimetría, una especie de fotón de luz, pero un fermión, una partícula constitutiva de materia, no un bosón como el fotón, encargado de transmitir la fuerza electromagnética). Estos pájaros fotino se desarrollan consumiendo el interior de las estrellas: han colonizado el cosmos en su conjunto y aceleran el final de la era estelar, amenazando por tanto a las formas de vida basadas en materia bariónica, como los Xeelee y nosotros.

Estos pájaros fotino son una idea buenísima de Baxter, pero es que en la saga de los Xeelee hay más. Por ejemplo, en un momento dado la Tierra está conquistada por una especie extrañísima, una forma de vida basada en los complejos patrones que forman los fluidos turbulentos. Otro genial destello de la imaginación de Baxter. También hay criaturas que habitan en el cinturón de Kuiper, una especie de plantas que aprovechan las propiedades cuánticas del helio superfluido, presente en su mundo próximo al cero absoluto. No me extrañaría nada que en los libros que no he leído aún aparezcan otras formas exóticas de vida.

Isaac Asimov imaginó en su injustamente poco reconocida Los propios dioses unas forma de vida muy singulares: los “duros”, seres de constitución sólida, capaces de manipular la materia, y los “blandos”, una especie incorpórea, etérea, que tiene tres sexos y que parece estar supeditada a los “duros”, pero tal vez las cosas no sean lo que parecen… Algunos críticos consideraron a esta especie alienígena imaginada por el buen doctor la forma de vida más original jamás pensada en la ciencia ficción. No creo que vayan nada desencaminados.

En el festival de la imaginación que es Hacedor de estrellas, del mitad filósofo y mitad escritor de ciencia ficción Olaf Stapledon, hay formas de vida de lo más curiosas. La idea central es la preeminencia de la vida, ya que incluso estrellas y nubes de gas son formas de vida. Estas formas de vida van interconectándose a medida que pasan los eones de tiempo… Stapledon imagina una especie de red mental de civilizaciones enteras, cubriendo vastos espacios siderales, sin necesidad de estar restringida esta comunicación por la limitada velocidad de la luz. De forma similar, el astrofísico Fred Hoyle imaginó un ser consciente que no era otra cosa que una nube de gas en La nube negra. De aquí se puede saltar fácilmente al concepto de mente colmena, tomado de ciertas sociedades de insectos, y que vemos en los Borg de Star Trek, por ejemplo. Hay también seres que parecen no tener una consciencia clara de sí mismos; es por ejemplo lo que propone Peter Watts en Visión ciega, incorporando ideas de la filosofía (el zombi filosófico, un ser sin qualia, es decir, sin experiencias subjetivas, que se comporta igual que alguien con esas experiencias, y por lo tanto es indistinguible desde fuera de un humano “normal”).

Una mención especial merece probablemente Robert L. Forward con su Huevo de dragón, en donde se imagina una sociedad de seres que viven en la superficie de una estrella de neutrones. Allí la vida se basa no en reacciones químicas, sino, debido al sustrato de ese medio, en reacciones nucleares. Las reacciones basadas en el intercambio de quarks, bariones y mesones, tienen tiempos de vida medios muchísimo más breves que los de las reacciones químicas. Por tanto, estos seres viven muy rápido, aunque su experiencia subjetiva del tiempo (los qualia, de nuevo) es similar a la nuestra. Sin embargo, cuando se cruzan con los humanos nos encuentran increíblemente lentos. Forward siguió imaginando otros seres con increíbles propiedades en más libros.

Espero que esta lista despierte el interés del autor para acercarse a alguno de estos autores. No pretendía ser una lista exhaustiva, sino más o menos la que se me ha venido a la mente. He preferido centrarme en seres con propiedades biológicas de alucine, es decir, he dejado fuera entidades como los alienígenas que imaginó Ted Chiang para Historia de tu vida, que lo que tienen de rompedor es su lenguaje. Espero que próximas lecturas me permitan ampliar mucho este artículo en un futuro no muy lejano.

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