Libros 2022, segunda parte

Repaso de la segunda mitad del año en lecturas. El mejor libro que he leído este 2022 es sin duda Stoner, de John Williams, reseñado en las lecturas de la primera mitad del año, pero hay varios títulos que destacan. Esta segunda mitad del año ha sido parca en lecturas. ¿Por qué? Diría que hay varios motivos: algunos clásicos largos y densos que he abordado, algunos libros técnicos que he empezado que han resultado ser mucho más duros de lo que esperaba y no he podido terminarlos aún (por lo tanto no pudo incluirlos, ya que el criterio para aparecer en la lista es haberlo terminado en el propio semestre). Y también, por qué no decirlo, posiblemente he tenido menos tiempo o he estado más distraído con otras cuestiones, seguro que muchas de ellas menos importantes que leer… Quizá lo positivo sea que puedo extenderme más en las reseñas. Como siempre, puede haber spoilers

Historia de la Guerra del Peloponeso, (Tucídides): mencioné algún volumen de este libro en ediciones anteriores de la lista de lecturas, pero ha sido en este semestre cuando he leído todos los tomos que me faltaban y por eso lo incluyo. Estamos ante un clásico no solo por su valor histórico sino también por lo literario. La guerra civil entre griegos (atenienses contra espartanos) desangró durante casi tres décadas la Grecia clásica y supuso un frenazo al crecimiento cultural y económico, marcando el final del Siglo de Oro ateniense, el V a. C. (también llamado siglo de Pericles). De hecho, Pericles aparece en la obra, aunque muere pronto, en una epidemia, la Plaga de Atenas, que los modernos historiadores creen que pudo ser alguna forma de fiebre tifoidea y que se llevó por delante a un tercio de sus habitantes. La muerte de Pericles es el inicio de la decadencia ateniense, con líderes populistas y belicosos, como Alcibíades o Cleón, muy alejados de la sabiduría que representaba Pericles. La desastrosa Expedición a Sicilia, isla aliada con los espartanos, es posiblemente la puntilla para Atenas, que acabará perdiendo el conflicto. El libro cuenta los hechos con detalle, describe la psicología de los actores principales y pone discursos elocuentes en sus bocas. Tucídides es quizá el primer historiador moderno, interesado en la precisión (Herodoto, coetáneo de Tucídides, veía la historia de forma un poco más mitológica). Dicen que Churchill llevaba siempre consigo un tomo de la Historia de la Guerra del Peloponeso. Es una buena lectura y la he disfrutado, aunque no está exenta de partes más tediosas y/o menos interesantes.

The Accidental War, (Walter Jon Williams): el primer libro de la nueva trilogía de la saga The Praxis, una space opera de la que soy fan irredento. Han pasado algunos años tras la sublevación de los Naxids, y Gareth Martínez y Lady Caroline Sula, una vez novios y ahora separados, se ven envueltos en lo que parece el inicio de una profunda recesión económica de la que se acaba culpando, mediante astutas manipulaciones, a los humanos. Walter Jon Williams convierte esta crisis de un imperio espacial en un trasunto de la crisis de nuestro mundo que empezó en el 2008 (los paralelismos son muy claros), lo que le permite diseccionar, criticar y en ocasiones ridiculizar el mundo de las altas finanzas. Y por supuesto, Williams sigue manteniendo ese pulso narrativo y la caracterización de personajes que ha demostrado en libros anteriores. Walter Jon Williams es un autor al que hay que acercarse si te gusta la ciencia ficción. Leer un tomo de la saga The Praxis es para mí todo un disfrute.

The Glamour, (Cristopher Priest): Priest es un autor británico que bordea la ciencia ficción y la fantasía en muchas de sus obras. Es un autor sólido, convicente, capaz de imaginar tramas espectaculares como en El truco final, genialmente adaptada al cine. No diré mucho del argumento de este libro porque realmente merece la pena descubrirlo por uno mismo, pero sí que hay una historia de amor y mucha intriga.

Ada o el ardor, (Vladimir Nabokov): me decepcionó profundamente esta historia de dos hermanos que creyéndose solo primos se hacen amantes. Mucha floritura literaria (indudablemente, Nabokov era un maestro), bastante contenido erótico (retorcido en ciertos momentos), algunos párrafos realmente buenos, pero muy poca sustancia, muchas páginas sobrantes y mucho tedio. Me gustó en su día La defensa, la otra obra de Nabokov que he leído, pero Ada o el ardor no me ha convencido en absoluto, la encontré una obra bastante vacía.

Anatomía de la melancolía, (Robert Burton): el otro gran libro del año junto a Stoner. Un tratado enciclopédico escrito por un erudito del Renacimiento inglés. Burton habla sobre la melancolía en todas sus formas, divaga, enlaza unas ideas con otras y muestra una vastedad de conocimientos de los clásicos griegos y latinos superlativa. La obra en español solo es una selección de la obra inglesa, pero me ha encantado. No aburre en absoluto, sino que te maravilla con las agudas reflexiones del autor. Burton fue un hombre tranquilo que dedicó toda su vida al estudio. Estuvo en la universidad de Oxford como alumno y profesor, posteriormente fue nombrado vicario y en los últimos años de su vida fue bibliotecario. Parece que padeció de depresión, lo que le animó a escribir su libro como terapia personal (y con vistas a ayudar a otros). Leerle es una delicia, ojalá se atrevan a editar en español la obra entera.

Diez negritos, (Agatha Christie): nunca puede faltar un libro de Mrs. Christie en un resumen de mis lecturas, aunque cada vez me quedan menos que no haya leído o visto una adaptación. Esta es una de sus novelas más famosas, una especie de mecanismo de relojería perfectamente bien pensado y ajustado en el que todo encaja. Una serie de desconocidos se reúnen en una isla convocados por un misterioso personaje al que no conocen y comienzan a ser asesinados uno a uno… ¿quién es el misterioso anfitrión? ¿Por qué los ha reunido? Y sobre todo, ¿quién es el asesino? Extremadamente intrigante historia, llena de sorpresas y piruetas sobre saltos mortales dobles o triples que te mantiene pegado hasta el final.

Esperanza sin optimismo, (Terry Eagleton): el autor, un humanista con vastos conocimientos en literatura y filosofía, tiene esperanza en un futuro mejor, pero no es un optimista. Quizá la primera cita del libro, de Herbert McCabe, resume la filosofía de Eagleton perfectamente: «no somos optimistas, no presentamos una visión agradable del mundo con la que todos puedan entusiasmarse. Allá donde nos encontremos no tenemos más que una pequeña tarea concreta, estar del lado de la justicia, con los pobres». El libro desarrolla esta tesis admirablemente: la esperanza sería algo así como un optimismo que se arremanga y se dispone a trabajar, siendo consciente de que el fracaso existe, aunque este no es necesariamente el final (pero estoy simplificando mucho). La erudición de Eagleton le lleva a hacer todo un repaso a los conceptos de esperanza y optimismo a lo largo de la historia: me gusta lo que dijo Nietzsche de que el verdadero júbilo es «arduo, exigente y consiste en superación personal y coraje» y de que no hay contradicción alguna entre seriedad y alegría; también la frase de Bertolt Brecht de que incluso cuando las cosas cambien a peor eso es también un motivo de esperanza, pues indican que existe también la opción contraria, esto es, cambiar a mejor. Me ha gustado mucho el libro y siento que tengo una cierta afinidad natural con el autor, así que quiero leer más cosas suyas.

El último caso de Philip Trent, (E. C. Bentley): esta novela policiaca, que venía alabada por nada menos que Agatha Christie, me dejó un tanto frío. La verdad es que no solo Mrs. Christie, sino muchos otros consideran esta historia como una de las grandes novelas de detectives nunca escritas, pero ni el personaje principal ni el desarrollo de la trama me consiguieron cautivar del todo, aunque reconozco que tiene cierta originalidad.

The Faith of a Physicist: Reflections of a Bottom-Up Thinker: The Gifford Lectures for 1993-4, (John Polkinghorne): Polkinghorne fue un importante físico cuántico de finales del siglo XX que en un momento dado se ordenó sacerdote católico. En este libro, una adapatación de una serie de conferencias (las conferencias Gifford, que buscan contar cómo fe y ciencia pueden convivir perfectamente), Polkinghorne explica cómo armoniza su visión religiosa del mundo con su visión científica, utilizando para ello el Credo; a cada una de las frases de esta oración dedica a veces hasta un capítulo entero. Un libro muy interesante y personal lleno de referencias teológicas y (en menor medida) de física.

Rip Kirby, volumen 1, (Alex Raymond): este cómic noir detectivesco es para mí la gran obra de su autor. Alex Raymond comenzó con la saga de ciencia ficción de Flash Gordon, en la que se podía ver su excelente manejo de los lápices, aunque el guion, para un lector más moderno y sobre todo uno versado en ciencia ficción, resulta bastante ingenuo. Pero con los años reforzó su guion sin perder la maestría con los lápices, y esto es lo que se aprecia en la saga de Rip Kirby. Grandes argumentos y personajes (con una mención a Pagan Lee, femme fatale, arquetipo habitual del género de la época) configuran un cómic muy recomendable.

(Foto de portada gratuita de Pexels).

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