Soledad y Sensibilidad

Este dibujo realizado por el pintor Edward Hopper cuando contaba con apenas 9 años de edad me ha impactado profundamente. Se ha dicho que Hopper es el pintor de la soledad y la melancolía: sus cuadros suelen representar personas solas o poco conectadas con sus semejantes, la amplitud y los espacios vacíos de las grandes ciudades y de las llanuras americanas, las miradas perdidas, las piernas recogidas y sostenidas por los brazos… Reconozco que me toca mucho la fibra sensible la obra de Hopper, probablemente porque yo también paso mucho tiempo solo.

Pero lo que más me llama del dibujo es que haya sido realizado con 9 años. No solo por la técnica, verdaderamente impecable, sino por la aguda sensibilidad de Hopper a tan temprana edad. Cuando la gran mayoría de chavales de 9 años pintan objetos, animales, personajes de animación o de videojuegos, Hopper, en cambio, decide plasmar conceptos abstractos como la soledad y el aislamiento, posiblemente los que él sentía, y lo hace casi como un pintor adulto lo haría. Verdaderamente impresionante.

Hopper sin duda tenía una sensibilidad, si no diferente, sí al menos mucho más aguda que la de otros niños. ¿Le sería reconocida esa sensibilidad y valorada? Algo me dice que muy probablemente no y que eso quizá contribuía a su sensación de aislamiento. Recuerdo una anécdota de don Santiago Ramón y Cajal que me contó mi abuelo una vez: por Navidad, reunida la familia, cantaban un villancico que contiene la frase «nosotros nos iremos y no volveremos más» (seguramente muchos lectores lo reconozcan); el caso es que Cajal, un muchacho, se quedó profundamente apenado al tomar conciencia de lo que de verdad decía esa frase. La familia, sin embargo, en medio de la fiesta, al ver a Cajal entristecido, creyeron que tenía sueño y dijeron que aún era pequeño y lo mandaron a la cama. Cajal afirmaba años después que ese cobrar conciencia de lo que la frase significaba era una prueba de que de hecho ya no era un niño. Cajal tenía, desde muy pronto, una aguda sensibilidad.

No se me malinterprete, no es mi intención criticar a los cercanos a Cajal o Hopper por no reconocer su pronta e intensa sensibilidad, tarea sumamente difícil, sino reivindicar esa sensibilidad y poner de relieve que existen niños y niñas que, ya desde muy pequeños, «vibran al sonido de un tambor diferente», como dijo Freeman Dyson.

Albert Einstein mencionó en cierta ocasión, cuando ya era mayor, que vivía en «esa soledad que es amarga en la juventud pero dulce en la vejez». Einstein siempre tuvo cierta querencia por los momentos de soledad, algo que probablemente se le incrementó con los años. Creía que cierto retiro del mundo era esencial para sus profundas reflexiones y para llevar a cabo una tarea creativa como la suya, algo que compartirían muchos filósofos, escritores y científicos a lo largo de la Historia. Por supuesto, la virtud está en el medio, necesitamos cierto contacto con los demás. Según Aristóteles, quien no necesita a los demás es un animal o un dios. La mejor soledad es la que es voluntariamente elegida y la peor la que no se desea. Pero incluso en la escogida por deseo propio, es necesario no llevarla al extremo y encontrar momentos para relacionarse con los otros. Hay bastante gente que se siente sola y creo que mitigar esto es todo un reto para nosotros, la sociedad, desde lo más altos a los bajos niveles.

En particular, los amantes de las matemáticas son personas que tienden a pasar bastante tiempo solas, afirma The Math Sorcerer en este vídeo de su canal; da también buenos consejos para luchar contra la soledad producida por el excesivo estudio, por ejemplo animando a contactar con gente con aficiones comunes distintas a las matemáticas. Pero entiendo que no es fácil pasar de sentirse solo a dejar de sentirlo. Como alguien a quien le gusta la soledad, pero que pasa mucho tiempo solo y llega a sentirse solo en ocasiones, ¿cuáles son mis recursos para mantener contenida la soledad? Por un lado, el baile. Practicar baile (swing) me sirve para conectar con gente en la línea de lo apuntado por The Math Sorcerer; en mi tiempo a solas, los libros y las buenas series o películas me acompañan, también el aprender matemáticas o física o escribir en este blog. El ambiente laboral y el contacto con los compañeros ayuda. No tengo muchos amigos cercanos con los que poder quedar, pero sí dos o tres, en particular hay uno a quien veo casi todos los sábados, con cuya compañía disfruto, y a los otros también los veo, si bien más esporádicamente. Me siento solo a veces, sí, pero sería incorrecto decir que mi caso es el de una gran soledad.

El dibujo de Hopper me trae a la cabeza la música de Max Richter, en particular el tema On the Nature of Daylight, con uk videoclip interpretado por la actriz Elizabeth Moss. La pieza de Richter tiene un comienzo lento y melancólico, en una cafetería en mitad de la noche con pocos comensales, todos ellos solos, que recuerda al Nighthawks de Hopper. El tema evoluciona con calma, mientras acompaña el meditativo caminar por la ciudad noctura de Moss. Los acordes se intensifican hacia la parte final, cuando la actriz se detiene para dar rienda suelta al llanto, pero no se acaba aquí: Moss cobra fuerzas, la música vuelve a un estado más calmado, como de liberación y asunción, que es lo que el rostro ya tranquilo de Elizabeth Moss expresa. Una obra maestra, tanto por la partitura profundamente conmovedora de Max Richter como por la fuerza interpretativa de Elizabeth Moss.

Para todos los que sienten solos, espero que leer esta entrada les mitigue este sentimiento. Deseo que puedan dejar de sentirse solos lo más pronto posible.

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