Libros 2023, primera parte

Doce lecturas en la primera mitad del año, una de ellas un cómic de aventuras. Cuatro son de no ficción (una autobiografía, dos de divulgación científica y una de historia). En las siete de ficción hay una novela histórica, una policíaca y cinco de ciencia ficción.

The Crimson Petal and the White, (Michel Faber): la primera lectura del año tiene muchas papeletas para ser la mejor y uno de los libros que más he disfrutado en los últimos tiempos. Una historia ambientada en la Inglaterra victoriana sobre un acaudalado hombre de negocios y la prostituta a quien convierte en su amante. Dicho así no parece gran cosa, casi incluso una versión histórica de Pretty Woman, pero es mucho más. La caracterización de los personajes es genial; el retrato de la época, espectacular, desde las grandes mansiones de la Inglaterra imperial hasta los bajos fondos más sucios y sórdidos. Y la trama se va complicando poco a poco, el libro te engancha: durante el día pensaba en qué ganas tenía de que llegara la noche para continuar leyendo sobre Sugar, lady Agnes y su hija. Su autor no es muy conocido (quizá suene a alguien por Bajo la piel, llevada al cine con Scarlett Johansson de protagonista), pero desde luego me lo anoto para el futuro.

La naturaleza humana, (Jesús Mosterín): Mosterín, el gran filósofo español, nos dejó cuando aún era joven, hace pocos años; queda, eso sí, su obra. En este libro aborda todo aquello que nos hace humanos, a nivel biológico. No trata la cultura, según Mosterín la otra gran fuerza que nos ha moldeado, junto a la naturaleza. Se habla mucho de evolución, genética y de investigaciones sobre homínidos. Por ejemplo, aunque actualmente el Homo sapiens es la única especie de homínidos, hubo momentos de la historia en que compartimos la Tierra con varias especies más, como los neandertales o los floresiensis. (Curiosidad: el registro genético ha demostrado que por ejemplo entre neandertales y sapiens hubo hibridación. En principio la línea divisoria entre especies se establece cuando la cópula ya no deja descendientes, pero claro, la naturaleza no tiene por qué obedecer nuestras clasificaciones). Obra llena de información (y no exenta de polémica, que a Mosterín no le importaba pisar charcos), escrita por un erudito, de la que estoy seguro que hasta los expertos aprenderán cosas nuevas.

Los asesinatos de Kingfisher Hill, (Sophie Hannah): vuelve el detective Hércules Poirot, pero esta vez de la mano de la autora autorizada a continuar la obra de Agatha Christie. Francamente, no me ha entusiasmado. Creo que es el cuarto de esta escritora sobre Poirot, quizá otros sean mejores. Este lo he encontrado excesivamente complicado (retorcido incluso, y eso que Mrs. Christie no creaba tramas sencillas), pero le falta soltura, agilidad. El estilo es mucho más denso que el más telegráfico, tipo best seller de Mrs. Christie, y en esta ocasión creo que no ha funcionado. No obstante, se puede leer, entretiene.

Eminencia gris, (Aldous Huxley): ¿cómo pudo un hombre que iba para santo hacer tanto mal en toda Europa? Fraçois Leclerc du Tremblay, más conocido como el padre José, fue un fraile capuchino, devoto, inteligente, muy duro en su ascetismo (sus ayunos, mortificaciones y sacrificios eran extremos). Su talento no fue inadvertido por el cardenal Richelieu, quien lo nombró su mano derecha. Los dos hombres querían lo mejor para Francia, y en particular el padre José creía que Francia era un pilar imprescindible en el cristianismo, y que era necesario unir a Europa en una futura cruzada contra los turcos, para lo cual resultaba imprescindible acabar con los Habsburgo. Esto le llevó a instigar la Guerra de los treinta años, un sangriento conflicto en donde se cometieron verdaderas barbaridades. Aldous Huxley explora cómo pudo ser posible esta conversión de hombre de paz a monstruo. El final del libro me dejó huella: cuando ya se sabe a punto de morir, el padre José habla con su confesor, este le dice que sí, que efectivamente le ha llegado su hora, que es el momento de ponerse en paz con Dios y que en breve va a tener que rendirle cuentas. El padre José, moribundo y consciente (¿quizá por primera vez?) de en lo que se había convertido, repite varias veces esas palabras de su confesor: «rendir cuentas, rendir cuentas…». Me erizó la piel totalmente. Huxley hace una labor de investigación del personaje y su época absolutamente brillante, con un rigor y un nivel de detalle dignos del mejor historiador, mientras analiza las posibles causas del camino torcido del padre José (una de sus propuestas es que el ascetismo extremo te puede insensibilizar ante el dolor de los demás). Una obra maestra.

Marte Verde, (Kim Stanley Robinson): el segundo de la trilogía que cuenta la terraformación de Marte (convertirlo en un planeta habitable). Las tensiones entre los «rojos», que quieren preservar Marte tal y como es, y los «verdes», que quieren hacer de Marte una segunda Tierra, tienen que ser aparcadas porque las grandes corporaciones se están adueñando del planeta, acabando con todo por lo que los Primeros Cien lucharon en su época. No está mal, pero le sobran páginas y se me hizo más pesado que una vaca en brazos. No sé si leeré el último de la saga. Eso sí, Kim Stanley Robinson tiene obras mucho más acertadas, como Aurora, que recomiendo sin dudas.

Un mundo sin tiempo, (Palle Yourgrau): además de sus teoremas de incompletitud, resultados matemáticos que en palabras de Paul Davies «se seguirán estudiando dentro de 10 000 años», Kurt Gödel encontró una solución originalísima a las ecuaciones de Einstein de la Relatividad General, una solución en la que todo el universo, todo el espacio-tiempo giraba. Cuando Gödel presentó este resultado en un seminario, uno de los oyentes era el gran físico John Wheeler, quien escribió que en un espacio-tiempo en rotación habría una especie de eterno retorno, es decir, que una persona viviría en bucle su vida una y otra vez. Según Yourgrau, Wheeler no entendió a Gödel. Lo que Gödel quiso demostrar fue que el tiempo, como realidad, carecería de sentido en un universo así, de manera análoga a como los puntos en un círculo no giran alrededor del círculo para siempre, sino que están fijos. Para Gödel, si en un universo se podía demoler la noción de tiempo, eso era señal de que el tiempo es una ilusión, no un concepto fundamental. El autor, experto en Gödel, explica esto con detalle, un resultado que gran parte de la comunidad física y matemática parece haber olvidado (¿quizá porque, como Wheeler, la mayoría no entendió a Gödel?). El libro se completa con retazos de la vida de Einstein y de Gödel. Gödel fue un genio como la copa de un pino, pero era una persona con algunos problemas mentales, que sufrió lo suyo (en sus últimos años se obsesionó con que le estaban envenenando y acabó por morir de inanición). Einstein y Gödel se hicieron amigos cuando ambos estaban en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, dos extranjeros que no encajaban entre sus colegas. De Gödel, Einstein llegó a decir: «si voy cada día a mi oficina es solo por el placer de volver a casa charlando con Gödel». ¡Vaya honor, que el mayor físico del siglo te diga algo así! Un libro maravilloso.

The Hercules Text, (Jack McDevitt): novela de ciencia ficción, sección mensaje alienígena recogido por radiotelescopios de la Tierra. Tiene muchos puntos de similitud con Contacto, de Carl Sagan, aunque evoluciona por derroteros diferentes. Tenía ganas de leer algo de McDevitt y esta obra no me ha decepcionado, sino todo lo contrario. Una trama que atrae (en mi opinión la ciencia ficción que trata el tema de la vida extraterrestre es la ciencia ficción por excelencia), con personajes muy bien construidos. Creo que el mundo de la ciencia y los científicos está muy bien retratado. Buena.

Yo, Asimov. Memorias, (Isaac Asimov): soy fan irredento de Asimov, ¿así que qué puedo decir de este libro excepto que me ha encantado? Su autobiografía nos desvela al Asimov humano, un hombre con un ego desmedido, pero como digo, yo se lo perdono. Muchas cuestiones interesantes sobre su infancia y juventud, su relación con otros escritores, su matrimonio fallido y el bueno, sus orígenes, sus opiniones sobre política y mucho más. Asimov era un auténtico adicto al trabajo, se levantaba a las cinco de la mañana para escribir, ritmo que cogió cuando trabajaba en la tienda de caramelos de sus padres cuando joven. Escribía casi todos los días del año, aunque también encontró tiempo para otras cuestiones, como un viaje a… ¡Tenerife! Sí, el Dr. Asimov estuvo en Santa Cruz de Tenerife, algo que me hizo sonreír mucho al leerlo. Dejó más de 500 libros que cubrían todas las ramas de la clasificación bibliotecaria de Dewey (¡sí, también escribió sobre temas como poesía, historia o análisis literario!). El título, seguro algunos se habrán dado cuenta, es un guiño a Yo, robot, una de sus novelas más legendarias.

El rumor y los insectos, (Ignacio Ferrando): este libro es de un joven autor español al que hay que seguir. Una exploración original del concepto de inteligencia artificial en el marco de un pueblecito alemán de finales de los setenta o primeros ochenta. Es muy entretenida y por momentos la intriga te mantiene pegado al libro. No me ha llegado a enamorar, no tengo muy claro por qué, la verdad, si la historia tenía todos los ingredientes para que me encantara. De todas formas, creo que a la mayoría de la gente le gustará (a mí me gustó, ya digo, aunque no me enamoró).

Instantiation, (Greg Egan): irregular colección de relatos breves de ciencia ficción. Hay una historia potentísima, The Nearest, una mezcla de investigación policíaca con toques de ciencia ficción y terror que me tuvo pegado e incluso en tensión mientras la leía: de repente, un grupo de personas deja de reconocer a sus familiares, amigos y seres más cercanos… sienten que no son ellos, que son como ellos pero son en realidad… otros; una inquietante trama cuasi metafísica que, como sucede con Egan, tiene al final una explicación científica. Merece también la pena Zero for Conduct, ambientado en un Irán del futuro cercano, país que creo Egan conoce bien, es un agudo juego de palabras (se entenderá esto al leerla). Shadow Flock es original. Seventh Sight trata sobre la manipulación de la percepción cerebral para conseguir ver un nuevo tipo de color, es curioso. The Slipway, sobre una anomalía cosmológica, tiene toques de ciencia ficción clásica, aunque tratándose de Egan la ciencia llega a cotas muy hard. Las restantes son quizá más flojas. Egan sigue teniendo grandes ideas, quizá no siempre bien ejecutadas, pero es una referencia en el mundillo. No en vano es el autor de Aprendiendo a ser yo, La caja de seguridad o Motivos para ser feliz, entre otras joyas de relatos breves.

Fleet Elements, (Walter Jon Williams): los lectores de este blog ya conocerán mi afición por esta saga. No soy un gran fan de la space opera, pero esta es diferente. Hay muchos aspectos que destacar, pero sin duda el dúo protagonista, Gareth Martínez y lady Caroline Sula son el punto álgido. Dos personajes con una química tremenda. La guerra entre los humanos y las restantes facciones de Praxis está ya abiertamente declarada y la gran batalla estelar se acerca. ¿Podrán Sula y Martínez trabajar juntos y salvar no solo sus vidas sino las de la especie humana en su conjunto? El final es un cliffhanger brutal (que lógicamente no voy a revelar).

La liga de los hombres extraordinarios, (Alan Moore, Kevin O’Neill): tenía pendiente esta saga de cómics desde hace tiempo. Este primer tomo me ha gustado bastante. No tiene mucho que ver con la película, y probablemente sea para bien. El estilo de dibujos de O’Neill es muy agradable, su capacidad para la perspectiva y su gama de colores destacan especialmente. Si se conoce un poco la literatura fantástica y de aventuras (sobre todo británica) de finales del siglo XIX y principios de siglo XX se disfrutará incluso más, ya que Alan Moore juega mucho con incluir referencias a personajes de esas obras. Recomendable.

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